Una historia cada día, un cuento cada semana
Alhaurín de la Torre, Málaga, Andalucía, sábado 22 de noviembre de 2003
DOS CUENTOS RELACIONADOS : SOÑANDO CON SER LIBRES Y SAN TEOCRATOS
SOÑANDO CON SER LIBRES
Maria Dolores Villalbazo Nicosia, Chipre [email protected]
Cuando entraron al pueblo de casas blancas y techos de tejas, con callecitas de tierra recién regadas y flores en macetas alineadas en las calzadas, elcuarteto de jóvenes, integrado por tres mujeres y un hombre, bajaron del bus con sus instrumentos.
El transporte los había traído a través de rutas sin asfalto y la húmeda y verde vegetación en el sendero fue quedando atrás. Pese a lo cansados y sudorosos que estaban el entusiasmo invadió a los músicos… se les abría camino para soñar con una vida mejor.
Habían salido de su tierra de sol y mar, que era victima de los estragos de una plaga que se asentó ahí durante décadas y que su gente no había podido combatir y que finalmente se acostumbró a vivir con ella… Con los años se agudizó y entró en las ciudades, y con ella el hambre. Los habitantes se reunían para mostrar su disgusto e inconformidad con los Guías por no ofrecer solución y terminaban siendo acalladas sus protestas con castigos severos.
Era imposible salir de allí porque había centinelas, guardianes del Santuario de la Luz de Naja, que así se llamaba el lugar. Al principio, aquellos lucharon contra invasores aguerridos y déspotas que deseaban explotar a los hombres, quienes a su vez, con los años, perdieron la memoria y comenzaron a delirar volviéndose más tiranos que los anteriores gobernantes, dejaron de escuchar la voz de su pueblo y se apartaron de sus principios y la libertad se volvió estéril.
Las nuevas generaciones nacieron en la duda y crecieron en la escasez, escuchando discursos heroicos que no entendían y sin tener nada en las manos se alojó en su interior lo natural en el hombre: soñar…
El cuarteto ‘‘La Jaiba dorada’’ aprovechando sus conocimientos musicales pidieron permiso a los Sabios del Consejo que gobernaba el lugar, para alejarse por un tiempo. Llevarían su música por otros poblados y así mantendrían las buenas relaciones vecinales. Los dejaron partir con la condición y por juramento escrito de que regresarían y compartirían además sus ganancias con el pueblo. De no ser así sufrirían sanción acompañada de la prohibición de salir nuevamente.
Llegó el Grupo con su música y un mínimo de enseres en su valija cuando se celebraban las fiestas de San Teocratos. Iban alegres y aparentemente unidos planeando no regresar más…
Las autoridades del lugar fueron a ver los forasteros el Alcalde acompañado de su ansiosa mujer, que siempre estaba pensando preparar algún evento en el que ella pudiera participar, curas vestidos con negras túnicas y largas barbas, políticos extremadamente regordetes, maestras con faldas plisadas a media pierna, militares con el pecho cubierto de chapitas, niños histéricos que golpeaban los abuelos y magas viudas: todos se dieron cita en el portal del pueblo casi todas las noches. Nunca antes en San Teocratos se habían escuchado melodías que hicieran que los corazones se libraran de turbaciones.
En el pueblo todos se conocían entre ellos. Los intereses, afectos y matrimonios se entretejían en la comunidad. Se conservaba aun la costumbre de un solemne compromiso matrimonial al que se presentaba-negociaba una novia bien dotada no solo de bueyes para el arado, sino también con una espléndida casa.
No paso desapercibida la llegada del grupo para las tres magas-viudas, llamadas así porque eran mujeres abandonadas que prefirieron vestir de luto eterno, diciendo que habían muerto sus maridos en peleas de tabernas. De esa forma con los años y la vejes ganaron el respeto y a la vez el temor de la gente porque ellas sabían entender el pasado claramente y lograban profetizar el futuro.
Hasta el patio de su casa llegaba la voz grave de bella Paloma de los Ángeles, cantante del grupo, y felices escuchaban las canciones, mientras se contaban sus maldades entre murmullos tomando aguardiente y preparando cigarrillos de tabaco negro, olvidando la desolación y la rivalidad que siempre flotaba en el pueblo.
El cuarteto se fue ajustando a la nueva vida y veían en San Teocratos un oasis para continuar su viaje de sueños… si algún forastero llegaba, indagaban sobre las posibilidades de llegar a otras tierras con su música, mas nunca descuidaban las buenas relaciones los habitantes y autoridades del pueblo.
Existió entre ellos una relación solidaria hasta el día en que llegó un joven viajero que pasaba por el lugar y fue a escucharlos. Terminó enamorado de la cantante, sus visitas se hicieron más frecuentes y ella de tanto verlo, se dio cuenta de que lo amaba. El resto del grupo lo noto y temió que ese amor pudiera terminar en matrimonio y arruinar así sus sueños de escape. Con el pasar de los meses la relación de los músicos se minó de celos y envidias. Los compañeros de Paloma de los Angeles no estaban dispuestos a dejarla partir. Comenzaron a vigilarla y a escribir cartas al Consejo de Sabios, donde veladamente le informaban de la posible deserción de la joven. Haciendo siempre hincapié en la importancia de mantenerse unidos para seguir cantando y llevando los conciertos a otros lugares como representantes del Santuario de la Luz de Naja.
Hostigaban a la joven mujer. Desaparecían sus cosas de lugar, le metian zancadillas musicales y se burlaban de ella. Paloma de los Angeles, estaba desesperada, sin tener en quien confiar y se sentía tan triste que cuando cantaba su voz despertaba sollozos entre la gente.
Las magas-viudas hasta quienes llegaba su música por las noches cuando se sentaban a conversar como sombras en el patio de antigua casona, notaron el desánimo de su voz y decidieron acercarse a la joven para saber la razón de su desconsuelo. La bella confió sus desgracias a las viejas mujeres de cabellos blancos y ojos color cereza.
Cuando el resto del grupo no recibió respuesta de los Sabios del Consejo, resolvieron buscar apoyo en Chivita, como le llamaban cariñosamente a la esposa del alcalde de San Teocratos, cuidándose claro está, de no mencionar sus propios planes de evasión para no regresar más a su pueblo.
La mujer fue toda sonrisa y atenciones para los jóvenes. Ella disimulaba siempre frente a otros, solamente sus muy allegados conocían el secreto de su mezquindad. Intentaba siempre obtener ganancia en todo lo que hacia y le gustaba conducir la vida de los demás. Encontró conveniente ayudar para que Paloma de los Ángeles no pudiera marcharse porque la mujer sabia que así podría disponer gratuitamente de los jóvenes para exhibirlos en sus actos de presentación sin gastar dinero; aparte de que disfrutaba haciendo infelices a otros.
Las magas-viudas se reunieron para decidir que métodos emplearían para la fuga de Paloma de los Angeles, porque a pesar de ser una tierra libre San Teocratos, tenia leyes y existía la posibilidad de que los Sabios solicitaran su regreso o que la secuestraran para devolverla a su pueblo para no salir jamás. Como las viejas mujeres conservaban el romanticismo de las noches secretas, querían que la cantante disfrutara por un tiempo la felicidad de ser amada y que la intimidad del tálamo despertara en ella su conocimiento en el juego amoroso ya que la pasión en los hombres no era eterna.
Paloma de los Angeles reia divertida ante la elocuencia de las mujeres y la preparación de los planes para reunirse con su amado que la esperaba impaciente. Después de varias reuniones y considerar varias opciones llegaron a la conclusión de que lo mejor seria enviarla con un cometa de papel que cruzara el cielo cuando en el atardecer de otoño el viento soplaba con mas intensidad.
En el primer intento ataron a la joven al cometa color de rosa y blanco, que tenia cola plateada y que las mujeres habían tardado una semana construyéndolo en secreto. La joven iba muy nerviosa, su nuevo corazón no estaba acostumbrado a los riesgos que se juegan en la vida; se despidió entre lagrimas agradeciéndoles, y se fue elevando por el cielo hasta que se acabo el hilo y termino por romperse. Las ancianas volvieron a casa a esperar noticias suyas a través de una pequeña urraca que les traía no solo los objetos que hurtaba, sino también los mensajes de los amigos que vivían en otros pueblos.
Un día después de su partida encontraron a Paloma de los Ángeles en el quicio de la casona llorando profusamente… no había podido reunirse con su amado porque no llevaba documento de entrada. ¡ No pensaron en eso !.
Se dedicaron discretamente a tramitar los papeles necesarios, mientras la joven tenia que disimular cantando en el portal melodías cada vez más tristes, mientras sus compañeros intuían su aflicción y celebraban felices su frustración.
El segundo intento lo hicieron dos semanas después, en el crepúsculo matutino. El nuevo cometa de tonalidad ambarina, con una larga cola de papel trenzada llevaba una mariposa de broche en la punta como símbolo de soberanía para la joven.
su desaparición se comento por unos días en el pueblo de San Teocratos, los Sabios del Consejo puestos al tanto de los sucesos por el resto del cuarteto, acordó suspender las actuaciones del grupo musical llamándolo de regreso y condenando en ausencia a Paloma de los Ángeles a no regresar de por vida a su tierra por desertora.
Mientras Chivita se quedo sin músicos y estos sin la libertad anhelada…
SAN TEOCRATOS
Maria Dolores Villalbazo Nicosia, Chipre [email protected]
El pueblo de San Teocratos amaneció brumoso y húmedo, eran uno de esos días en que sus habitantes caminaban inciertos y con desgano. Existían simplemente porque estaban vivos, pero estaban demasiado aburridos después de la partida de los músicos, quienes los dejaron por un corto tiempo silbando sus melodías aprendidas de tanto escucharlas.
La esposa del lacónico Alcalde, preocupada de que por sus pocas apariciones en actos públicos su popularidad pudiera caer en el olvido decidió consultar con las magas-viudas. Estas, metidas en su casona, con las cortinas y puertas cerradas para no recibir visitas innecesarias se embriagaban casi todos los días porque sentían la tristeza de su vejez incierta y el silencio impregnado en el viento. Por las mañanas se cepillaban una a otra sus cabellos blancos sentadas alrededor de una fuente que se encontraba en el centro del patio mientras inhalaban el olor del café y la madera que se quemaba en el campo y que llegaba a ellas para revivirlas.
Chivita, de piel dorada y ojos de lechuza muerta acompañada como siempre por su asesora muda que la llevaba y traía cumpliendo sus abruptos antojos y quien procuraba hacerse invisible a los ojos de los demás cuando estaba cerca de ella porque si existía demasiado la esposa del alcalde la despediría ya que no toleraba que otro le restara atención. Llegaron ambas hasta la casona y cuando estaban a punto de llamar al gran portón de madera escarapelada se abrió la puerta. Se encontraron con el rostro cadavérico de una de las magas-viudas cuyos ojillos de color cereza les sonrieron maliciosamente.
La mujer endulzando la voz con falsedad y mostrando una humildad igualmente falsa les dijo que le traía allí la misión de salvar el Pueblo de San Teócratos del ostracismo y solicitaba sus consejos. Ellas ya la esperaban porque lo habían visto sobre las piedras escrito. Conocían a la voluntariosa esposa del Alcalde. Sabían que era una mujer peligrosa y con poder…
El triunvirato de ancianas, divertido en sus adentros le dijeron que la querían como una hija y que estaban orgullosas de su labor. Le aconsejaron traer una persona que poseyera el don de cambiar el ánimo y le dijeron que habían escuchado que existía un hombre así en el pueblo del Santuario de la Luz de Naja.
Chivita escribió inmediatamente a los Sabios del Consejo para que le enviaran un exorcista que pudiera quitar el mal de ojo en los humanos y en los santos de las iglesias restaurando sus muy deterioradas imágenes.
Una mañana de abril llegó el hombre al pueblo vestido de pantalón oscuro y camisa estampada. Sus cabellos eran ensortijados y negros, su rostro parecía triste y sólo cuando sonreía reflejaba cierta felicidad no terrenal. De niño aprendió oficio de sepulturero y ya adulto le entró la afición de rezar a los muertos con tan verdadera devoción que no pasó desapercibido. Su fama se extendió y quienes tenían un difunto lo invitaban agradeciéndole con obsequios de gallinas, cerditos y algunas monedas, sí las tenían.
Doroteo sé despertó un día y dijo que se sentía tocado por un alma en pena que le había pedido que sacara los espíritus que se aferraban a quedarse en casa con los vivos. Cuando la población escuchó la noticia hasta dejaron de hacer hilera para recibir su diaria ración de alimentos y se congregó en la humilde choza cercana al mar.
Cuando el Consejo de Sabios se entero lo nombro ‘‘Rezador y Ahuyentador Oficial de Espíritus’’ y acordó que tendría la obligación, en adelante de pagar impuesto por tal práctica.
El hombre saludó a todo el que se encontraba en su camino cuando iba rumbo a la Alcaldía, lo acompañaban curiosos que lo aclamaban sin ni siquiera saber quién era el desconocido. Chivita movida por el alboroto salió al balcón de sus oficinas y comprendió que había vuelto el entusiasmo a la población de San Teocratos.
La mujer presentó a Doroteo a todos los personajes importantes del lugar y fue invitado a banquetes en los cuales el hombre hablaba de su iniciación en el arte de los muertos. Cuando le ofrecían una bebida pedía leche. Y es que de recién nacido no la había podido disfrutar ya que su madre se quedó pasmada de un susto y se le fue el líquido perlino.
Doroteo se dio a la tarea de visitar cada iglesia del lugar revisando el estado de los íconos y anotando en una pequeña libreta lo que necesitaba trabajar en cada uno y las yerbas que debía comprar para el exorcismo.
Una mañana sé dirigió temprano al mercado. Este estaba repleto de gente comprando sus alimentos y él quedó petrificado ante tanto color y belleza. Sus manos sintieron ganas de pintar y corrió a comprar papel, pinturas y pinceles y se quedó allí por horas; llegó la lluvia y él seguía dado a su tarea de plasmar lo que sentía, mientras la gente corría a resguardarse. Pasó varios días haciendo lo mismo y la noticia llegó a oídos de Chivita, quien enardecida se puso a gritar diciendo que ese hombre estaba loco, que ella lo había traído al pueblo a trabajar y él se abstraía pintando.
Llegó la mujer con el rostro descompuesto hasta donde el mágico Doroteo se encontraba envuelto en una luz violeta. Le gritó que era un funesto, un cualquiera, que de no haber sido por ella el hubiera seguido extraviado en el Santuario de la Luz de Naja y que ya se encargaría de que nunca más saliera de allí. Las lágrimas del hombre iban cayendo sobre sus planas mejillas y en silenció la miró… La mujer se horrorizó porque en sus pupilas leyó la muerte que le esperaba.